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Conferencia: "Antoni Gaudí: arquitectura, religión, revolución e iconoclastia"

Juan José Lahuerta

Miércoles 25 de Abril de 2018

20:00

Sede A Coruña

Hasta completar aforo

Abierto al público

Juan José Lahuerta
Profesor de Historia del Arte, Escuela de Arquitectura de Barcelona
Título: Antoni Gaudí: arquitectura, religión, revolución e iconoclastia

Resumen: Gaudí no era el genio aislado e incomprendido que gran parte de su bibliografía, casi siempre hagiográfica, nos ha dado a entender, sino que su obra se desarrolló en el interior de estrategias políticas e ideológicas bien concretas. Aunque eso no quiere decir, evidentemente, que Gaudí fuera un ideólogo, un constructor de ideología en el sentido funcional, operativo del término, ni tampoco, aún menos, que su obra haya sido directamente determinada por los intereses ideológicos o políticos de sus clientes y la Iglesia, como si Gaudí hubiera sido un arquitecto “orgánico”. Bien al contrario, su particular manera de entender su trabajo lo enfrentó muy a menudo con esos clientes y con la sociedad en la que vivía. Y no solo eso: es evidente que la obra de Gaudí constituye el momento más alto de la producción artística e intelectual de la Cataluña de su época -y no solo de su época-, y podríamos estar de acuerdo en que Barcelona, su imagen y su carácter, mantiene una relación de dependencia extraordinaria con la obra de Gaudí.
 
La arquitectura de Gaudí no es formalista, sino simbólica. Quiero decir que no es una arquitectura encerrada en sus propias lucubraciones, sino, al contrario, absolutamente comprometida con la vida de una Barcelona -ciudad de las bombas, Rosa de Fuego...- desgarrada por la lucha de clases. Y él no es un místico ausente del mundo, sino un personaje político, presente como pocos en la escena de esa lucha. O, literalmente, como digo, constructor de sus más importantes escenarios simbólicos: en un sentido profundamente metafórico, de su Arquitectura.
 
La culminación de Gaudí como figura pública, como personaje político, se alcanza en el Templo de la Sagrada Familia. Aunque Gaudí trabajaba en esta obra prácticamente desde el inicio de su carrera, no será hasta los primeros años del siglo XX que empezará a ser realmente significativa, asumiendo, poco a poco, gracias a importantes campañas divulgativas, el papel de nueva catedral de Barcelona o de catedral de los pobres, como dice el título de una famosa pintura de Mir, o, en fin, aún mejor, de “corona” de una ciudad que vivía, entre las más fuertes contradicciones, la mayor expansión de su historia. Al mismo tiempo, y a medida que su trabajo vaya concentrándose tan solo en el templo de la Sagrada Familia, la figura de Gaudí será vista cada vez más como una especie de idealización del particular genio del pueblo catalán, soñador y práctico, religioso y realista a partes iguales, absolutamente operativa para las urgencias restauradoras de la Iglesia y para los intereses políticos del catalanismo conservador, frente a una situación de crisis política y social, y, en ocasiones, revolucionaria, que culmina en los sucesos de la Semana Trágica.





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